02 ago Entrevista para Vanity Fair
La actriz cumple veinte años en la profesión a punto de estrenar tres películas. Hablamos con ella de misses, de política y de una cena con los reyes en la que se atrevió a saltarse el protocolo.
¿Qué tal la experiencia de rodar en Cuba?
Ha sido un regalo. Me apetecía muchísimo trabajar con el director Félix Viscarret (Bajo las estrellas). Estuve en uno de sus primeros cortos hace 13 años y tenía la espinita de hacer cine con él. También ha sido un lujo compartir proyecto con el actor Jorge Perugorría, que me encanta. La película es la adaptación de una novela de Leonardo Padura, que acaba de ganar el premio Princesa de Asturias. Fue una casualidad que se lo dieran cuando estábamos rodando.
¿Pasas por tu mejor momento laboral?
Está siendo una locura. El pasado también fue así porque enlacé tres películas, pero aunque fueron muy seguidas, las hice de una en una. En 2015 se me ha juntado todo. Empecé con El Contenido del Silencio, de Helena Taberna, que rodé entre Canarias y el País Vasco. Hago de una mujer bisexual y es la primera vez que entraba en ese territorio. La película habla de las sectas. Ocurre un suicidio colectivo en Las Palmas en el que se supone que está la que hace de mi mujer, Ingrid García Jonsson. Su hermano, que interpreta Dani Grao, es un juez vasco que viaja hasta allí para investigar y buscar el cuerpo.
¿Te veremos ponerte romántica con ella en la película?
Tengo una escena sensual con ella. (Risas). Seguro que dará que hablar.
¿Cuál es el tercer rodaje del que hablabas antes?
La coproducción franco-inglesa ‘The Last Panthers’. Es un trabajo que esperaba hace mucho porque no había actuado antes en inglés. Rodé una mitad en Serbia y la otra, en Londres. Llevo cinco meses subida en un avión. Estoy agotada, pero feliz. Lo que más me apetece ahora mismo es irme de vacaciones.
¿Harás un hueco en tu agenda para tenerlas?
Voy el día 16 de julio a Colombia hasta finales de agosto. Estoy con mucha necesidad de ello. Siento que mi cuerpo y mente me lo piden a gritos. Iré con Lola; y Ernesto, dependiendo de su trabajo, vendrá unos días.
¿Se han cumplido todos los sueños con los que llegaste a España?
Ha sido algo que ha ocurrido muy poco a poco y me gusta que sea así. En Colombia la popularidad me llegó de repente y muy joven, y eso me superó un poco. A los 18 años ya hacía series en prime time. En España he tomado las decisiones pensándolas mucho. He construido una carrera junto a mis representantes, a las que amo y con las que llevo 15 años. Puedo decir que he cumplido muchos de los sueños con los que llegué, pero no todos. Todavía quedan otros muchos.
He leído que nunca perseguiste el sueño americano, sino el europeo.
Sí. Colombia está muy americanizada y en mí no estaba ese tipo de sueño. Tras graduarme en el Liceo Francés, me fui un año a Estados Unidos a aprender inglés a un pueblo pequeño de Virginia. Iba a estudiar Bellas Artes y dediqué ese año a recorrerme las exposiciones de los pintores que me gustaban. Pasé el tiempo viajando: Nueva York, San Francisco, Los Ángeles, Nueva Orleans… Fue un año muy lindo, pero también me sirvió para darme cuenta de que no quería criar a mis hijos allí.
¿Por qué?
No me siento muy afín a la cultura americana, aunque me encantan lugares como Nueva York, que es una de mis cinco ciudades favoritas del mundo. Me gustaría pasar una temporada allí, pero no quedarme a vivir.
Juana Acosta
¿En qué momento decides que quieres probar suerte en España?
Tras acabar el primer año de Bellas Artes. Cogí lo que había ahorrado de mis trabajos como actriz y vine a Europa a viajar de mochilera durante tres meses. Entonces me di cuenta de que quería vivir aquí. Me quedé un año, de 1997 a 1998. Aparqué la carrera e hice el primer curso en la escuela de Juan Carlos Corazza. Vi mucho cine europeo y me adentré en el mundo del teatro. Siempre le digo a Corazza que él tiene la culpa de que me quedara a vivir. Más tarde, formé una familia y eché raíces en España.
Sin embargo, regresaste a Colombia a terminar Bellas Artes. ¿Tuviste siempre en mente la idea de volver a España?
Sí, en el 2000 cogí el dinero ahorrado y me vine de nuevo con la intención de terminar teatro. Conocí a mis representantes y empezaron a salir trabajos. Tuve claro que no aceptaría nada si eso suponía dejar la escuela, que era mi prioridad. Entonces me ofrecieron una serie, en aquel momento icono del público adolescente, pero dijimos que no. El poder rechazarla me llamó la atención para bien por parte de mis representantes.
¿Qué serie era?
Al Salir de Clase. Pensamos que era mejor no hacerla, porque implicaba salirme de la escuela. Otro agente me hubiera dicho que era la oportunidad de mi vida, porque suponía pasta y popularidad.
Tengo entendido que también dijiste ‘no’ a ser reina de belleza en Colombia.
Sí, porque no me veía en eso. No tengo nada en contra de ellas, pero allí es un fenómeno diferente al de España. Es un suceso nacional. Durante el mes de noviembre todos los medios hablan de ello y hasta los telediarios tienen un apartado para comentarlo. Aceptarlo implicaba retrasar prioridades como Bellas Artes o estudiar inglés. No era algo que me volviera loca. Lo mío iba por otro lado.
¿Notaste que te costó más ganarte el respeto de la industria del cine en España por el hecho de ser extranjera?
Más que por venir de fuera, fue sobre todo por el acento, ya que me limitaba mucho. Son muy pocos los personajes que se escriben para latinoamericanos. Me sorprende porque en este país hay mucha multiculturalidad. Es difícil encontrar papeles de colombiana que no sean prostitutas o mulas. O aprendía a hablar como española o no iba a actuar. Comencé a trabajar el acento y fue todo un acierto, porque supuso competir con las españolas en los castings. Llevo 20 años en esta profesión. Lo que he conseguido es fruto de mucho trabajo. Nadie me ha regalado nada. Soy una curranta.
En alguna ocasión te he escuchado decir que crees mucho en la fuerza del deseo. ¿En qué más cree Juana Acosta?
Creo cien por cien en el poder de la mente y de lo que uno realmente quiere sin las interferencias del miedo, que es lo difícil. También en visualizar lo que deseas. Practico muchos ejercicios de imaginarme haciendo un proyecto o algo concreto que quiero que se realice. Mis amigos se ríen y tengo a toda la gente de mi oficina visualizando.
Pues en tu caso parece que funciona.
Mis representantes me dicen que deje de visualizar porque tenemos overbooking. La cabeza es muy potente. También siento miedo, pero intento tratar de que no interfiera. No soy creyente. Ni Ernesto, ni mi hija, ni yo estamos bautizados. Creo en la naturaleza y en el poder de los seres humanos. Mi familia es católica, pero mis padres no. Decidieron que yo eligiera lo que quisiera y así hice.
¿Es por eso que Ernesto y tú no estáis casados?
Nunca le hemos dado demasiada importancia a eso. Para mí, él es mi marido. Imagínate, después de tantos años.
¿Cómo os conocisteis?
En un bar la noche de San Valentín. Fue amor a primera vista. Este febrero se cumplieron 11 años.
Formáis una de las parejas más consolidadas del show business nacional. ¿Cómo lo hacéis?
No hay secretos. Tiene que ver con el deseo de querer estar juntos. Es verdad que es difícil. Cualquier tipo de relación en la vida, no solo de pareja, requiere un esfuerzo, un trabajo diario y no darlo por sentado nunca. No se puede descuidar. Le doy mucho valor a la familia.
Curiosamente solo habéis trabajado juntos en una pequeña escena de Los dos lados de la cama.
Sí, iba al final de la película. Estábamos empezando nuestra relación y pasábamos por el enamoramiento más tremendo. Decidieron no incluir la escena porque se nos veía demasiado enamorados. Como el personaje de Ernesto terminaba yéndose con Willy (Toledo), no se entendía que, tras tanta fascinación, no se fuera conmigo. La tengo de recuerdo porque le guardo mucho cariño.
¿Te gustaría volver a trabajar con él?
Nos gustaría a los dos, pero ambos somos muy independientes con nuestras profesiones. Cada uno tiene su camino y su carrera. Nos ayudamos a tomar algunas decisiones, pero es cierto que el trabajo de actor es solitario. Cada uno cuenta con su propio estudio en casa para trabajar y ahí nos encerramos para generar los personajes. Nos damos mucho espacio creativo. Somos independientes y no nos gusta que haya mucha exposición de nosotros como pareja.
¿De qué depende que poséis juntos o no cuando vais al mismo evento?
Lo hacemos a veces. Depende de lo que nos apetezca ese día. Todo el mundo sabe que estamos juntos y tenemos una hija. No lo escondemos, pero nunca hemos querido hacer de eso un negocio, ni volvernos la pareja de moda.
Intuyo que podría ser muy rentable para vosotros.
Haces de eso un producto y te forras. Nunca ha sido nuestra intención. De hecho, en 11 años solo hemos hecho una sesión de fotos para una revista y decidimos que nunca más. Nos dio mucho pudor. Lo nuestro es solo nuestro. A nuestra hija también la protegemos mucho. Jamás hemos posado con ella.
¿Te agrede que los paparazzi te hagan fotos cuando vas con ella?
Es algo que me choca, pero no me enfado. En las fotos le tapan la cara. Cada uno trabaja como puede. No me veo denunciando a una revista. Incluso me han pillado en topless en un barco en Formentera, pero prefiero no entrar y no pelearme. No le doy importancia.
¿Cómo te organizas para estar en contacto con tu hija cuando estás lejos?
Tengo unas logísticas de vida muy locas. Intento verla todos los fines de semana, da igual el lugar donde esté rodando. Hemos llegado a hacer deberes por Skype. Me mandan los dictados por Whatsapp.
De un tiempo a esta parte te has convertido en un valor seguro en las alfombras rojas patrias. ¿En qué momento decides cuidar tanto tu imagen?
Todas las actrices que para mí son referentes como Cate Blanchett o Julianne Moore siempre están impecables. Antes cuando me invitaban a eventos, me vestía según me parecía, pero no me gustaba lo que veía en las fotos. Decidí que iba a cuidarlo y si no estaba segura con lo que llevaba, prefería no ir. Me lo tomé como una parte más del trabajo. Como no tengo mucho tiempo, opté por contar con un estilista. Se llama Freddy Alonso y llevamos trabajando juntos dos años y medio.
¿Cómo eres como clienta de un estilista?
Muy exigente, no es fácil contentarme. Le mando fotos todo el rato de looks que quiero que me consiga. Es muy cómodo porque me lleva las diferentes opciones a casa. Me facilita la vida. Nos entendemos muy bien y no es nada estrella. Es un tipo normal y eso me gusta. Algo que empezó a pasar es que según avanzó mi carrera, las marcas también se interesaron en mí. Recién llegada a España, no me dejaban un Gucci o un Dior. Ha llegado según he crecido en mi profesión.
¿Cuál es el protocolo que sigues para prepararte para un evento?
Lo hago rápido, fácil y juego con ello. Cuando tengo el look decidido, pienso el peinado que me va bien. No tardo en arreglarme más de una hora. Soy muy veloz. Tengo demasiados libros que leerme y demasiados personajes que preparar como para estar horas pensando en qué me voy a poner.
Es difícil encontrarte una foto mala. ¿Quién te enseñó a posar así?
Sí que las hay. No es algo que ensaye. Es fruto de verte cuando no te gustas y corregirte. Lo que he aprendido es a hacerme la foto antes de ir al evento, porque muchas veces te gusta cómo te queda, pero luego no registra bien.
Acabas de convertirte en la imagen española de una marca de helados. ¿De verdad alguien con esa figura se da tales permisos?
Como muchos Magnum, porque soy muy comilona y golosa. Me fascina, pero he hecho algunos cambios en mi alimentación por salud. Tengo un problema fuerte en el colon que me ha llevado al hospital dos veces. O lo cambiaba, o en el futuro me vería con dolencias mucho peores.
¿A qué has tenido que renunciar?
A algo que me encantaba como el café. Me tomaba hasta cinco al día. Me ha dolido en el alma dejarlo. También he rebajado la cantidad de carne roja, ya que la comía casi a diario. (En este momento interrumpe su discurso para pedir otra limonadita). Antes, lo que más había en mi congelador era entraña y vacío y ahora solo los como una vez a la semana. También he dejado los fritos, que me gustaban mucho. Atravieso un proceso de reeducación alimenticia. Eso ha hecho que adelgace mucho. Estoy muy sana, no tengo una gota de grasa en el cuerpo.
¿Compaginas esta dieta con ejercicio?
Intento ir al gimnasio dos o tres días por semana y tengo un entrenador personal, Rafa Bautista, con el que trabajo desde que tuve a mi hija hace nueve años. Ha conseguido que le coja el gusto, porque antes no hacía deporte, solo bailaba.
¿Por qué dejaste de bailar?
Lo practiqué de los cuatro hasta los 16 años. Cuando murió mi padre (ella misma confesó en televisión hace poco que falleció de forma violenta en Colombia), me castré la danza. No entendía por qué dejé de hacerlo a raíz de que muriera. Al rodar en Canarias, Goya Toledo me contó una anécdota que me impactó mucho y me hizo comprender lo que me pasó a mí: me enteré de su muerte vestida con la ropa de danza, lista para irme a la clase. Por fin he entendido lo que me ocurrió a mí. Algo en mi inconsciente se enredó y ha permanecido hasta hoy.
Hace tres meses cenaste en el Palacio Real junto a los Reyes de España y al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón, y su mujer.
Fue una noche muy especial. Me hizo mucha ilusión recibir la invitación. Había que ir de largo y elegí un vestidazo precioso de Óscar de la Renta. Fue muy emocionante. El palacio me pareció un espectáculo. ¡Qué techos y qué salones!. Me encontré con mucha gente que conocía. Estaba sentada con el director de ARCO (Carlos Urroz) y el director de El País (Antonio Caño).
¿Cómo fue tu encuentro con Felipe VI y Letizia?
La Reina bromeó con mi pelo. Me tocó la cabeza y me dijo que tenía un pelazo. Había quien decía que no se le podía pedir una foto, pero yo me la hice. La encontré cercana, bella e inteligente. Me comentaron que eran fan de Galerías Velvet (Juana participó en la segunda temporada de la serie y también aparecerá en la tercera). Los desmitifiqué, se me hicieron humanos. Fue una noche divertida, todo lo contrario a lo que uno se puede imaginar a priori. Lo recordaré siempre. Al día siguiente el presidente de Colombia ofrecía a los Reyes una cena en El Pardo en la que cantaba Carlos Vives. Volvimos a vernos y la Reina se acercó a saludar a Ernesto porque el día anterior no invitaban con acompañante y él no fue.
En tus redes sociales has compartido con entusiasmo la elección de Manuela Carmena como alcaldesa de Madrid. ¿Cómo has vivido el cambio?
Con mucha alegría. Me parece importantísimo. (En este momento recibe en su teléfono la notificación de que Estados Unidos y Cuba reabrirán sus embajadas). ¡Qué buena noticia! Los cubanos estaban esperando esto hace años. Lo he vivido en el rodaje. Volviendo a Carmena, yo soy pro-Manuela. Estoy contenta con el cambio porque creo que es muy necesario y estoy feliz de que ella sea alcaldesa.
¿Con que personaje de la política te gustaría compartir una cena?
Con Eduardo Madina. Sufrió un atentado de ETA y perdió una pierna. Al preparar mi personaje de Yoyes en ‘Santuario’, encontré una entrevista de él en el periódico. Me tocó mucho lo que decía. La recorté y la metí en mi cuaderno. Cuando se estrenó la película, recibí un tuit suyo felicitándome por mi trabajo. Solo por detalles así, esta profesión vale la pena (dice emocionada). Me encantaría sentarme a hablar con él. También lo haría con Manuela, pero con ella me tomaría un tinto de verano en una terraza.