Juana Acosta portada de Mujer Hoy

Juana Acosta portada de Mujer Hoy

Juana acaba de protagonizar la portada de Mujer Hoy, el suplemento de fin de semana del ABC, en el artículo hace un repaso a su momento actual en una extensa entrevista

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Entrevista

Tiene un lado seductor y a la vez popular. Maneja como nadie los registros de actriz y envuelve al interlocutor con sus risas. La actriz colombiana tiene materia de estrella. De la mano del Sistema de Limpieza Facial 3 Áreas de Cuidados Intensivos de Olay Regenerist la descubrimos.

Juana se entusiasma con el catering del estudio. Pero no llega en ayunas. “Es la energía para todo el día –explica–. Mi metabolismo me lo permite. No paro, con la niña, el trabajo…”. Desde luego, es pura energía: electriza con su entusiasmo al contar los entresijos de su último personaje o cómo decidió “aprender” a ser española de verdad en la pantalla. Y esa electricidad va más allá de su acento bailón y extrovertido. Está en la rapidez de sus respuestas, en las anécdotas en las que cambia el tono de voz, en la gestualidad de sus manos y su mirada, que contagian alegría. Pero, tras las risas, se adivina una mentalidad autoexigente. Sus últimos estrenos: “El cartel de los sapos”, de Carlos Moreno, y “11.6”, de Phillippe Godeaut, en Francia; en cartera, “Ana”, una producción franco-colombiana sobre una mujer bipolar, y una comedia con Álvaro Fernández Armero.

Brillante, dúctil y seductora como una estrella de Hollywood a la antigua, a esta colombiana de Cali se la ha empezado a conocer de verdad hace poco. Sin duda, por éxitos televisivos como “Crematorio”, “Hospital Central” y “Familia”. Pero, también por la determinación de “convertirse” en una actriz “española” y cuidar al máximo cada aparición.

Mujer hoy. Últimamente, ha hecho personajes muy españoles. ¿Le han sacado del encasillamiento?

Juana Acosta. En los últimos años no he parado de hacer personajes de española. Ha sido un reto que mucha gente me salude y, al oírme, digan: “Pero, ¿eres colombiana?”. Cuando empiezo un trabajo, relaciono todo con el acento, hablo castellano con los técnicos, los compañeros, los maquilladores… Y cuando llega la fiesta fin de rodaje, me suelto con mi acento y la gente se queda sorprendida. El premio de la Unión de Actores por “Crematorio” fue muy importante. Como si mis propios compañeros me hubieran dicho: “Ahora sí, bienvenida”, aunque ya llevo muchos años aquí. Me dije: “O me pongo a trabajar como española, o nada”, porque hay pocos personajes de colombiana.

P. Y esa decisión, ¿cuándo la tomó?

R. Creo que cuando me quedé embarazada de mi hija Lola. Decidí ponerme a estudiar de verdad el acento con un foniatra, fue un trabajo de muchos meses. Y luego entrar en un carácter muy diferente, en la gestualidad, la musicalidad. Creo que también me ayudó encarnar el carácter español, que es muy diferente.

P. ¿Cómo es, desde su punto de vista?

R. Los personajes que he tenido que hacer han sido de mujeres muy independientes, fuertes, decididas, ambiciosas. Y me resulta más fácil hacerlas si son españolas. Si tengo que encarnar a una mujer amorosa, cariñosa, frágil, me sale más el colombiano. Aquí las mujeres son más directas, en general nadie se anda con rodeos.

P. Pero, como colombiana, ha hecho también mujeres muy guerreras.

R. Sí, hay de todo, pero ponerme en la piel de una mujer fuerte me ayuda a imaginar el acento español. Cuando llegaba a una cafetería, decía: “Hola, buenos días, ¿cómo le va? Podría usted hacer el favor de ponerme…”. Y me contestaban: “¡¿Qué te pongo!?”. Así que aprendí que bastaba con decir: “¡Un café, por favor!”.

P. ¿Me equivoco o ha decidido también cambiar su imagen pública?

R. Sí, sí, también. Empecé a fijarme en que las actrices a las que admiro, como Kate Winslet o Cate Blanchett, estaban siempre impecables, guapísimas. Aquí, sin embargo, la gente no se cuidaba tanto. Y lo digo también por mí. Decidí que no me iba a poner delante de las cámaras si no estaba impecable. Eso requiere un trabajo de estilismo, maquillaje, peluquería. Es parte del trabajo y, además, lo disfruto. Este año, empecé a trabajar con un estilista. He hecho un esfuerzo, por ejemplo, para aprender a usar tacones. ¡No hay cosa peor que una mujer “entaconada” y que no sepa caminar! [Risas].

P. Usted estudió Bellas Artes. ¿Cómo se inició en la interpretación?

R. Cuando terminé el colegio me fui un año a Estados Unidos a estudiar inglés. Y cuando volví, entré en la Universidad para hacer Bellas Artes. A través de una amiga, conocí al dueño de una emisora de televisión e hice mi primera serie con 18 años. Con lo que ahorré, estuve dos meses viajando por Europa, y luego llegué a España para estudiar en la escuela de Juan Carlos Corazza. Fue un año maravilloso en el que se me abrieron todas las posibilidades.

P. Pero volvió a Colombia.

R. Sí, me quedé tres años, empecé a trabajar mucho allí, pero sentía que no tenía mi formación terminada. En el 2000, cuando acabé Bellas Artes, me instalé en España para terminar interpretación. Venía con experiencia, pero ansiosa por aprender. Y fui muy feliz. Nunca tuve el sueño americano, pero sí el europeo. Y encima conocí a Ernesto [Alterio] y cuando tienes un hijo echas raíces.

P. La aparición de la interpretación en su vida fue bastante casual.

R. De niña, siempre estuve muy enfocada al arte. Y estaba obsesionada con tener una carrera, porque creo que te da una estructura. Pero siempre estuvo muy latente la interpretación.

P. ¿Su familia tenía relación con ese mundo?

R. Mi madre fue anticuaria, es una esteta, ha viajado mucho. Vive en España desde hace 11 años, casada con un español. Mi hermana pequeña, Valentina, también es actriz. Mi padre murió cuando yo tenía 16 años y mi madre siempre me ha apoyado. Tiene una mente muy abierta, es muy inteligente, con una gran energía.

P. Pero usted también es una mujer muy decidida.

R. Siempre he creído que lo que uno desea, se consigue si es un deseo real y profundo. Eso me lo ha inculcado mi madre. El ir a por lo que uno quiere, sin miedo. Y siempre he sido muy “movilizadora”: cuando me marché a Bogotá, me llevé a mi madre y a mi hermana. Y cuando me vine a España, también [Risas]. Ahora quiero ir a Francia.

P. ¿Para trabajar allí y llevarse a la familia también?

R. Sí. Ya hace tres años, nos fuimos Ernesto, Lola y yo. Hice una película con Olivier Assayas, “Carlos”, que fue a Cannes, y entré con buen pie en el cine francés. Desde entonces, todos los años pasan cosas que me muestran que tengo un mercado allí. Y me gusta tener varios frentes abiertos en un momento como este. Quizá vale la pena darme la oportunidad un año, ¿por qué no?

P. ¿Cómo se llevan un argentino y una colombiana que han decidido tener su familia en España?

R. Los opuestos que se complementan. Ernesto y yo somos muy diferentes, pero eso nos atrae. Nuestra casa es una mezcla de culturas. Ernesto se siente muy argentino, pero muy español a la vez. Y yo tengo mi corazón dividido entre España y Colombia. Amo Madrid. Es una ciudad que me ha recibido muy bien y me ha dado muchas oportunidades. Donde me he hecho mujer, donde he sido madre.

P. ¿Y fue aquí donde se sintió profesional por primera vez también?

R. Me sentí profesional cuando terminé la escuela. Fue cuando más empecé a disfrutar del trabajo, cuando me di cuenta de las posibilidades que tenía. Empecé a enfocar el trabajo de otra manera. Antes era una actriz muy intuitiva, pero me faltaban recursos, herramientas.

P. ¿Cómo le gustaría que evolucionara su carrera?

R. Es muy difícil decirlo ahora, por los tiempos que corren. Ahora todo el mundo quiere sobrevivir, y no hay casi trabajo. Si lo que surge es digno, lo coges. Quiero fortalecer los frentes que tengo abiertos en España, Francia y Colombia.

P. Hábleme de “Libertador”, la película que está rodando. Creo que está emocionada con su personaje.

R. Es una coproducción hispano-venezolana y se estrenará después del verano. Es la vida de Simón Bolívar, y hago de Manuela Saénz, el personaje histórico que toda mi vida soñé hacer. Es el último amor de Bolívar, una mujer casada que dejó todo por él, un icono feminista en Latinoamérica. ¡Un personajazo! Una maravilla